Estaban
en contra de jurar fidelidad a las autoridades, pero esto era necesario porque
era un juramento que garantizaba el orden medieval.
En
ese tiempo la mayor parte de la gente no sabía ni leer ni escribir puesto que
no había imprenta y los libros se tenían que copiar a mano y el costo era muy
alto, por lo que la única forma de sellar los contratos era mediante un
juramento público y los juramentos de este tipo tampoco eran aceptados por los
cataros.
Estas
personas nunca ofrecieron un sistema político diferente en solución al que
imperaba, su propuesta era una anarquía total, ellos decían que en última
instancia el mundo tiene que acabarse.
Sentían
desprecio hacia la Iglesia Católica así como a sus sacramentos, refiriéndose a
la misma como "una cueva de ladrones", debido a las actuaciones y
abusos llevados a cabo por los obispos y clérigos de la Edad Media. Rechazaban
el culto a la cruz, ya que consideraban que representaba un instrumento de
suplicio y no un símbolo de salvación. Aceptaban el suicidio como una forma de
liberación del espíritu, por lo que no lo consideraban pecado. A tal efecto, en
los momentos más difíciles y adversos, podía llevarse a cabo una práctica
suicida, conocida como la "Endura", donde los cátaros morirían por
ayuno total voluntario.
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